domingo, 20 de septiembre de 2009

AL HERMANO VINCENT.

Hubo un predicador
loco y apasionado
en Holanda
que quiso dar la vida
por el Cristo sufriente
en los tiznados rostros
de los mineros.

Por su demencia
los clérigos prohibieron
darle licencia de pastor.

Murió pintando cuervos
grises sobre
campos espigados de oro
atravesado el seso
por un tiro.

Hoy sus obras cuelgan
en los mejores museos
del mundo
y predican su amor
por la luz de la vida.

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