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viernes, 11 de febrero de 2011

AL CRISTO DE RINCONADA



Subiendo por el Calvario
una mañana con mi amada
seguimos triste itinerario
Mi madre abajo esperaba

Cada estación en maderas
contaba lágrimas de Cristo
Savia sudaban sus clavos
en doloroso camino

Flores y piedras de colorida finura
suavizaban el trance umbrío
El crucifijo en la altura
nos mostró su poderío

Pino inmemorial lo trajo
tallado por nobles manos
Su mirada valle abajo
a todos nos vuelve hermanos

En cuadriculados campos verdes
tomates trigos y paltos diseñan
los caminos de vida y muerte
de cuantos al valle llegan

Si hay senderos tristes
los hay también felices y dulces
mas sólo nos hará libres
el Crucificado y su ruta de luces

domingo, 23 de mayo de 2010

DESPUÉS.

Las imágenes pasan veloces, como en película de cine mudo, sin arrepentirse ante la vista cansada del que ya ha vivido mucho y poco piensa en el pasado o en el presente. Se abre la puerta ante sí. Vida, muerte, son expresiones gastadas para decir lo que experimenta el ser allí. A ti que observas desde tu silencio inconcluso, hombre que pides piedad pero no hallas más que interrogantes, te digo: Por fin crucé el silencio, el holocausto, en el cementerio de mi existencia; los blancos huesos del olvido son testigos de ti mismo y de la infinita luz. Hay Dios.