domingo, 23 de mayo de 2010

DESPUÉS.

Las imágenes pasan veloces, como en película de cine mudo, sin arrepentirse ante la vista cansada del que ya ha vivido mucho y poco piensa en el pasado o en el presente. Se abre la puerta ante sí. Vida, muerte, son expresiones gastadas para decir lo que experimenta el ser allí. A ti que observas desde tu silencio inconcluso, hombre que pides piedad pero no hallas más que interrogantes, te digo: Por fin crucé el silencio, el holocausto, en el cementerio de mi existencia; los blancos huesos del olvido son testigos de ti mismo y de la infinita luz. Hay Dios.

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