Todos tenemos un huerto
Este es el mío
Hortelano de los que no ven
los que no caminan
ni oyen ni entienden
Antes no existía este huerto
La tierra era regada
por una niebla infinita
y el alma de Dios paseaba solitaria
por el páramo
Este es el jardín delicioso
que Él me ha entregado
para labrar y cuidar
Las vidas veo como árboles
enhiestos
caminar y reír y conversar
llorar sus bienes y males
Pondré el consuelo
la esperanza
Sanaré las heridas de mis árboles
Sus troncos afirmaré
ramas y brotes
y sus hojas de vez en cuando
barreré en la otoñada
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