domingo, 23 de mayo de 2010

NUESTRO MAR.

Ella me habló de clavos, de ropas tendidas, albas copas de dueña de casa frente al mar, el mar de la ceguera. Ella tiende sus ropas, hace su trabajo pero siempre está ese mar, ese mar infinito que lava su existencia. Siempre están los sufrimientos, ni el mar ni los clavos cesarán. El mar es incesante, algo que jamás termina, siempre allí esa cruz indescriptible. Yo también tengo mi mar, mi tempestad y mi copa alba y amarga. Sólo hay un madero en medio de mi mar, al cual puedo asirme y confiar.

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