domingo, 23 de mayo de 2010

ENTREGA.

Humilde compañía, burdo mugido y aliento cálido, fueron regalos para Ti, Niño de Belén. Un corderillo de mis campos verdes, Cordero de Dios, te vengo a ofrecer. Como el bueno de Asís alimentaba las aves del campo, Tú nuestras almas con Poesía. Somos ovejas de tu prado, ciervos que beben de aguas cristalinas. Ella te acunó con dulzura y ofreció tu vida a todos. Tú, en el árbol de la cruz, nos diste el perdón y liberaste tu Divinidad.

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